El arte de la fuga. Vicente Valero.

Vicente Valero, El arte de la fugaVicente Valero
El arte de la fuga
Cáceres: Periférica, 2015

Grata sorpresa de reciente cuño (Periférica, 2015), escrito con encanto y serenidad al mejor estilo Joubert. El autor, Vicente Valero, demuestra una fuerte personalidad literaria y un estilo propio, que te envuelve y embelesa desde el primer momento.

El poeta cuando se expresa en prosa lo hace de manera liviana, casi de puntillas; esto ya lo hemos comentado en alguna otra ocasión (véase mañana no será lo que dios quiera). En este caso, Vicente Valero nos muestra un íntimo recorrido por sus reflexiones, sin aturdir; es una suave brisa de aire fresco estival. Personalmente me recuerda un poco a Paul Valery por su capacidad de hilar anécdotas con pensamientos circunstanciales, y metafísica cotidiana.

“Nadie sabe cómo serán sus últimos días, si hará frío o calor, si lloverá y los ríos inundarán las calles o sembrados, …, o si la luz del sol acariciará uno a una todas las palabras de la despedida”

Ahora bien, cuando se habla de “Arte de…”, ¿Qué quiere decir? El Arte por contraposición a la Ciencia podría referir a un ejercicio de maestría, a un conocimiento implícito y heurístico, adquirido mediante la experiencia, con un fuerte componente individual, propio del artesano que lo ha generado. Si nos atenemos a esta acepción, en este libro asistiremos a la versión personal y difícilmente comunicable de la fuga (evasión, muerte) de tres grandes poetas: Juan de la Cruz (s. SVI), Friedrich Hölderlin (s. XIX) y Fernando Pessoa (s. XX).

Imagen de los poetas

“Al hermano Bernardo de la Virgen le dictaba el moribundo las últimas cartas y en sus palabras había consejos piadosos para sus discípulos, invocaciones al Amado, versículos bíblicos y liras propias, saludos y adioses alegres, pocos lamentos”

Tres relatos de ficción; Ven hermana mía esposa; Parece que vivimos en una edad de plomo; No sé quién soy ni qué alma tengo, tejidos de realidades y anécdotas, sazonados de pensamientos lúcidos. Si tuviera que resumir, diría que son apenas 3 vidas, algo más de 30 conceptos (véase nube de palabras) y probablemente 3000 anécdotas, y un hilo conductor: la amistad, el amigo que acompaña compresivo en el tránsito.

“Vio aquel mar alejado,…, aquel océano magnífico y a campesinos atléticos y pobres… vio una versión atlántica de Grecia, una armonía antigua como la que había cantado en sus poemas”

“Fernando piensa en dos lenguas muy distintas y no sabe quién es, se busca entre las sombras de la literatura, copia y emula, reniega y deshace, proclama nuevos tiempos con párrafos espasmódicos, desconfía y aprende, discute con los muertos”

“Aquel orfebre órfico que era Fernando, engastador de girasoles abstractos y acentos circunflejos, parecía tener el don de vislumbrar, parecía conocer ya bien el oficio que se aprende a oscuras”

Uno puede tener vocación de poeta y errar, y sin embargo encontrar su mejor tono, y melodía, en la prosa. No digo que este sea el caso de Vicente Valero que ya ha publicado seis libros de poesía, aunque personalmente me identifico más con su segunda faceta que con la primera.

Vicente Valero en NST

Los extraños, Vicente Valero

Cubierta Los extrañosVicente Valero, Los extraños.

Editorial Periférica, 2014

Parafraseando a Tolstói “todas las familias tienen sus extraños”, esos parientes de los que sabemos poco, tenemos noticias dispersas, a los que hemos visto en una foto, de los que se cuentan anécdotas , algunos con vidas azarosa y que por distintas circunstancias permanecen alejados del devenir corriente de la familia. Esta premisa, de la que parte el libro de Vicente Valero fue lo que me empujó a comprarlo y leerlo. Y me ha encantado.

El libro es un conjunto de relatos en los que el narrador nos cuenta la historia de cuatro familiares suyos. A base de conversaciones, cartas encontradas, fotografías y recuerdos va reconstruyendo sus peculiares vidas. También visita alguno de los escenarios de esas vidas “extrañas”.

Cuando de lo que se trata es de reconstruir la vida de un extraño, por más o menos lejos que haya podido estar de uno, por más lazos de sangre que existan o de fidelidad que se hayan podido establecer con el tiempo, esta búsqueda debiera comenzar no en los recuerdos, pues pudiera ser que los recuerdaos ya no existieran o hubieran sido desdibujados, sino en las huellas, es decir, en las heridas y en las cicatrices que sí han permanecido.

 

Así conocemos al abuelo materno, un militar ingeniero destinado en en el cuartel de Cabo Juby (El Aaiún), que trabajó codo con codo con un piloto llamado Saint-Exupéry. También a su tío Alberto, jugador de ajedrez profesional que vivió muchos años en Argentina y del que conserva un pequeño tablero plegable. O a su tío abuelo Carlos Cervera, que se fue de la isla como seminarista y que colgó los hábitos para unirse a la compañía de Antonia Mercé, la Argentinita. También a su tío abuelo Ramón, hacia el que tanta admiración le transmitió su padre, comandante republicano apasionado por el naturismo y por la teosofía de Mario Roso de Luna, que murió en el exilio.

 

Familia Salaberry. 1910. Fuente: memoriademadrid
Foto: memoriademadrid

A este extraño, sin embargo, hay que observarlo una y otra vez desde los recuerdos ajenos hasta poder ver al fin en él al joven de veintiocho años que llegó a ser el día de su muerte. Al joven, en definitiva, que fue y ha continuado siendo siempre y que no dejará de ser nunca.

 

Y muy presente en todo el libro está la isla de Ibiza, de la que se van y a la que vuelven estos “extraños”, odiada y querida según las circunstancias.

Vicente Valero (Ibiza, 1963) ya tiene en su haber seis libros de poesía (el primero, "Jardín de la noche", de 1987; el último, "Días del bosque", de 2007, premio Loewe) y cinco ensayos (dos como editor). Ahora se estrena como novelista con "Los extraños" y por ello le han distinguido como “Nuevo talento Fnac”. También ha dirigido y coordinado el suplemento cultural “La Miranda” del Diario de Ibiza.

El libro es realmente estupendo, con una prosa rápida y sencilla. Se lee con mucho gusto. Se te hace corto. La próxima vez que miremos una foto antigua, desvaída donde aparece un hombre o mujer que tuvo algo que ver con nuestra familia quizás nos planteemos investigar cuál fue su historia y queramos conocer más de ese “extraño”.

 

El mejor verano posible (1)

Un año más, Nosólotécnica os desea un feliz verano. El mejor verano posible. Nosotros nos tomamos unos días de descanso en los que no vamos a dejar de buscar nuevas lecturas que recomendaros a partir de septiembre. Mientras tanto, desempolvamos algunas recomendaciones de años anteriores que no han perdido ni un ápice de interés y esperamos que os gusten. Las de hoy son de María Seguido.

Disfrutad mucho. Con libros el mundo es un poco menos raro.

Evelyn Waugh, Retorno a Brideshead: Estamos en 1940, en plena Segunda Guerra Mundial. Charles es un oficial del ejército inglés que rememora su estancia en Brideshead, la mansión donde ahora se aloja su regimiento. El “retorno” de Charles a Brideshead devuelve a su memoria aquellos tiempos, anteriores a la guerra, en que paseaba por sus hermosos jardines y salones.

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Cubierta Los extraños Vicente Valero, Los extraños: Parafraseando a Tolstói “todas las familias tienen sus extraños”, esos parientes de los que sabemos poco, tenemos noticias dispersas, a los que hemos visto en una foto, de los que se cuentan anécdotas , algunos con vidas azarosa y que por distintas circunstancias permanecen alejados del devenir corriente de la familia.

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Guy Delisle, Pyongyang: Escrito y dibujado con una extraña mezcla de virtuosismo y sencillez, Delisle nos cuenta sus experiencias en Corea del Norte como asesor de animación (de dibujos animados, digo) en un gran estudio en el que se ha deslocalizado la producción de las series de dibujos de occidente.

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Philippe Claudel, Aromas: Una nueva joya de P. Claudel, al que tanto apreciamos en NST. Esta vez nos encontramos una colección de textos breves, 63 capítulos y 63 olores. Capítulos cortos, una o dos hojas a los sumo, cuya lectura no requiere continuidad como una novela al uso. Se puede leer de tirón o a ratos sueltos porque lo que hace Claudel en este libro es un recorrido por su vida a través de los aromas que van cosidos a cada recuerdo, cara, persona, casa … que han pasado por su vida.